Un stop indispensable
Un acto de valentía
Sobre valoramos la actividad. Y es que realmente pensamos que estar activos todo el día es algo bueno. Y nos hace sentir útiles, que avanzamos e incluso que tenemos éxito.
Cuando en realidad, en muchas ocasiones, esa sobre actividad nos lleva al cansancio, al estrés, a la falta de claridad, a la falta de autocuidado y a veces, en situaciones complicadas incluso a la enfermedad y la pérdida de sentido vital.
Por eso parar es un acto de coherencia y valentía y amor propio.
No podemos dar lo que no tenemos
Tengo una amiga muy sabia que siempre me recuerda: «No se puede dar lo que no se tiene “.
A menudo nos empeñamos en dar energía, motivación, ganas de hacer las cosas, cuando en realidad nos hemos agotado y nos hemos quedado sin batería.
Por eso por eso parar es de sabios.
Y es que es prioritario aprender a darnos el permiso de no hacer nada o hacer menos.
¿Cuándo fue la última vez que te permitiste no hacer nada? ¿Nada de nada?. ¿Y que sentiste aburrimiento por última vez?. ¿Cuando tuviste la sensación de que no hay nada urgente que reclame tu atención?. ¿Y que te diste permiso de disfrutar fluyendo con el momento sin prisas?
Algunas veces en las vacaciones nos lo permitimos. Pero siempre aparece esa voz interior que nos dice que estamos malgastando el tiempo.
Aburrete
Este verano te invito a hacer algo diferente. Bloquear al menos un día para aburrirte. Y dejar que el tiempo pase. Estando presente cada minuto con lo que está ocurriendo en tu entorno, para volver a tener esas conversaciones de sobremesa eternas. Para sentarte al lado de una ventana o en una terraza y embobarte mirando el cielo , las nubes y las formas que dibujan.
¿Qué conseguirás con ello?
Lo que conseguirás no es muy ambicioso. Tan sólo se trata de de bajar el ritmo, de ralentizarlo todo, para conectar con el presente, y sorprenderte de la riqueza y la abundancia que te rodea compuesta por las pequeñas cosas de la vida cotidiana.
Como un vaso fresco de agua. Una conversación agradable. Una mirada al horizonte. Un cielo azul. El contacto de alguien querido. Un momento para leer o para escribir. El sumergirte en el mar o en una piscina. Tiempo para reír, tiempo para soñar. Tiempo vivo.
En resumen se trata de parar. Puede ser una parada activa o una parada total. Se trata de parar tu actividad habitual para separarte de ella, coger la distancia suficiente para reponer fuerzas, revisar lo que pensamos de nuestra dedicación diaria y si lo que estamos haciendo es coherente con lo que somos y deseamos. Y sobretodo prepararnos para seguir dando y también recibiendo a través de nuestro quehacer habitual.
Feliz verano con una sabia, valiente y amorosa parada!